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Las 'trampas' del etiquetado que suponen un despilfarro de dinero para el consumidor
Las 'trampas' del etiquetado que suponen un despilfarro de dinero para el consumidor

La nueva subida del precio de los alimentos en enero ha situado la inflación de esta partida en el 15,4% interanual, igualando de esta forma el índice de octubre, el más alto desde el comienzo de la serie en enero de 1994. Eso ha provocado que la cesta de la compra se haya encarecido hasta 860 euros más en un año. 

Comprar marcas blancas, aprovechar las ofertas o recurrir a los cupones descuentos son algunas de las fórmulas más habituales utilizadas por los consumidores para intentar que el ticket del supermercado no se dispare. 

Sin embargo, hay pequeños detalles que en muchas ocasiones se le escapan al consumidor, bien por despiste o por desconocimiento, y que pueden provocar un despilfarro innecesario de dinero. Uno de ellos es el etiquetado del producto en cuestión y la información que contiene, que debe ser clara, inequívoca y legible. Debemos asegurarnos de entender a la perfección su contenido. 

 

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'El etiquetado de fecha es uno de los grandes responsables del desperdicio en los hogares', señala Marie Lindström, directora general en España de Too Good To Go, la mayor app contra el desperdicio de alimentos del mundo. 'Esto no solo supondrá un ahorro de dinero para los hogares sino que también ayudará a reducir las cifras de desperdicio y su impacto medioambiental'. 

Precisamente un reciente estudio de esta compañía alerta sobre el desconocimiento que existe con respecto al etiquetado y el importante derroche alimentario y económico que supone. En concreto, el informe señala que el 51% de los españoles tira a la basura de forma recurrente productos cuya fecha de consumo preferente ha vencido y que el 40% reclama más información para saber hasta cuando es seguro consumir un producto cuya fecha de consumo preferente acaba de vencerse.

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El 51% de los españoles tira a la basura de forma recurrente productos cuya fecha de consumo preferente ha vencido

Esta situación se debe a que muchos consumidores no saben distinguir la diferencia entre fecha de consumo preferente y fecha de caducidad. Según indica la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición), la fecha de consumo preferente 'indica el momento hasta el cual el alimento conserva la calidad prevista'. 'Una vez pasada la fecha indicada, el alimento sigue siendo seguro para el consumo pero puede empezar a perder sabor y textura. Encontramos esta fecha en alimentos congelados, harina, legumbres, arroz, pasta, galletas, conservas, aceite o miel, entre otros', explica este organismo. 

Por contra, la fecha de caducidad informa sobre 'el momento hasta el cual el alimento puede consumirse de forma segura. Se encuentra en alimentos muy perecederos como carnes o pescados frescos. No se debe consumir ningún alimento una vez superada su fecha de caducidad. Antes de que los alimentos caduquen se pueden congelar en casa y así alargar su conservación. Siempre se deben seguir las instrucciones de conservación y, una vez abierto el envase, las instrucciones de consumo'.

Los peligros de la letra pequeña

Otro de los problemas con el etiquetado que puede afectar a nuestra compra y encarecerla sin necesidad es el tamaño de la letra en el etiquetado. Una letra pequeña y difícil de leer puede provocar que compremos un producto a punto de caducar, que adquiramos el artículo equivocado o que nos llevemos a casa algo que no podemos consumir por contener una sustancia determinada a la que seamos intolerantes. Y eso, inevitablemente, nos acarreará una pérdida económica. 

Una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha señalado recientemente que más de la mitad de los consumidores no lee las etiquetas porque contener una 'letra demasiado pequeña'. 

OCU considera que 'facilitar la lectura del etiquetado redunda en una compra más reflexiva y permite a los consumidores priorizar aquellos alimentos más saludables'. Por ello, ha solicitado a AESAN que, en colaboración con las autoridades europeas, 'reforme la actual normativa para que se aumente el tamaño de la letra del etiquetado, de los actuales 1,2 mm a los 3,0 mm'.

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